miércoles, 30 de noviembre de 2011

El eterno discípulo de James

El niño no nació haciendo Pop ni mucho menos, ni tampoco New Jack Swing aunque algunos escuchen su nombre y ya se les vengan a la mente ese género musical.
Tampoco siempre fue blanco ni salió del vientre de su madre con esa melena suya tan característica.
Él nació negro, con el pelo encrespado y con la voz del que sufre las palizas de un padre arrogante y manipulador.
Nació en la época donde las canciones salían del alma y con ese sonido tan sucio que no importaba que sonara en estéreo o en mono, solo era necesario que el vinilo girara para sentir aquello que muchos llamaban Soul.
Del Soul emergió un genio llamado James y en él se cultivó la esencia de la cual saldrían ramas como el Funk o el Hip Hop.
Y el niño no tuvo a más nadie en quien fijarse que en el maestro Brown.
En vez de jugar a las canicas o al escondite, el pequeño admirador repasaba pasos de baile de su mentor e intentaba copiar a su manera aquellos giros vocales del todopoderoso Godfather.
Aquel inmenso grado de admiración explotó en una intima audición frente al visionario Berry Gordy.
Motown ya no sería lo mismo.
El niño ( y sus hermanos por supuesto) irradiaban genialidad por los cuatro costados. 
Los 60 y principios de los 70 nos dejaron "I Want You Back" o "ABC", la segunda mitad de los 70 trajo el pelo afro a sus cabezas, sonidos más psicodelicos y aburridos; y el olvido progresivo para los chicos de Indiana. 
No es que no fuera buena su música, es que ya no eran pequeños y la gracia de ello se había marchado hacía tiempo.
Mientras tanto, James Brown conquistaba a la comunidad negra con su Funk fresco y explosivo a la vez que Stevie Wonder triunfaba con su "Songs In The Key of Life" o miles de afroamericanos levantaban el puño mientras gritaban: Soy negro y estoy orgullo de serlo.
Eran tiempos de cambio y el adolescente de mirada triste no iba a permitir que el gran público le diera por muerto.
Tras varios Lp's en solitario con escasa repercusión llegó un señor de aires modernos y vanguardistas que devolvería al revolucionado cantante a las pistas de baile y primeros puestos en las listas de éxitos estadounidenses.
La Q de Quincy anunciaba calidad y nuevos rumbos. Adiós a la Motown y adiós al Soul aburrido que a finales de los 70 se dejaba ver en grupos de poca trascendencia.
El nuevo joven de piel marrón trajo el ritmo, la sensualidad, la emoción, la chispa que le faltaba a la música negra devorada por el Disco más azucarado y vacío, y nos dijo a todos que el cambio estaba llegando para la música de baile, una música de baile con mas presencia vocal que nunca.
Lo demás es HIStoria y contarlo me llevaría páginas y páginas.
Quizá si el pequeño Joseph nunca hubiera visto al eterno James, su música y su fuerza hubiese sido muy distinta. Quizá nunca hubiera sido lo que fue en su tiempo ni lo que hoy significa decir su nombre.
La vida nos deja joyas que deben ser protegidas y admiradas, y ese es el objetivo de este blog, además de contar mi vida, claro está.
Aquí os dejo con dos momentos históricos donde aprendiz y maestro, señor y discípulo se dan la mano y nos brindan un espectáculo sin igual que jamas se podrá ver repetido (aunque se empeñen en querer descubrirnos al "nuevo" Michael Jackson o al "nuevo" James Brown). Disfruten amigos.





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