Es el frío de este invierno, la piel se me desgarra y se
desprende clavándose en tus ojos como astillas, las lágrimas me caen como
escarchas por mi mejillas, y yo soy un centinela de guaridas, de verbos y
octavillas.
Tú dame paz en esta guerra, que nunca daré por perdida aunque me
falten piedras.
La ciudad se levanta, yo sigo con resaca y no lo entiendo,
anoche solo bebí agua y Fanta.
Tú déjame escribir, que el pueblo sale en masa a
la revolución, es primavera en mi balcón, y en esas aulas, donde el saber es
recortado, mi pueblo se alza libre como un poema de Machado.
¿No lo has
visto? Se están matando por el pan, los
niños juegan con pistolas en una guerra virtual, y no hay quien diga, a estos políticos
que nos dirigen, que el pueblo es quien gobierna y el que los elige.
Yo cierro
los párpados para sentir el fuego, yo siento el saxo libre como el viento por
tu pelo, las olas en el mar, los peces en mis dedos se escapan y saltan
muriendo ahogados en el suelo.
No quiero ver mas telediarios, no más imágenes
de guerras, ¡por favor, ya basta!.
Ahí va otro perroflauta a conquistar la plaza, no me importan sus ideales, me importan sus rastas.
Ahí va otro perroflauta a conquistar la plaza, no me importan sus ideales, me importan sus rastas.
¡Señora, deje que salga yo
primero, que no se marcha el metro sin usted!, pues ya me entiende.
Soy otro ciudadano cero, en esta jungla de parquímetros,
de bancos con sedes en rascacielos.
Dime donde vives, yo soy aquel que escribe por encargo, no volveré a permitir otro embargo, mis lápices, mi bolis, mis
cuadernos me protegen, ellos serán mi voz mientras el sistema me deje.